Por: Alma Gutiérrez Ibarra
Enero 16, 2020
Uno de los mayores debates en México en los últimos años es lograr un avance en el sistema universal de acceso a los servicios salud; desde su perspectiva las diferentes administraciones al mando del gobierno federal implementaron estrategias que consideraron pertinentes para alcanzar ese importante reto.
Una de las medidas más recientes que recuerdo es la firma del Pacto por México el 2 de diciembre del 2012 con el impulso del entonces Presidente de la República, Enrique Peña Nieto y el apoyo de los presidentes de los tres principales partidos políticos nacionales: PAN, PRI y PRD; el pacto tenía, entre otros, el objetivo de ampliar la cobertura efectiva de servicios de salud para el conjunto de la población, y crear una red de protección social que garantizara ese derecho.
En el mismo tenor, habló este jueves el presidente Andrés Manuel López Obrador en la conferencia matutina donde aseguró que la salud es un compromiso que debe cumplirse. Sin embargo, llama la atención que a pesar de conocer lo delicado de la naturaleza del tema, no se atienda con la prontitud y uso de recursos que demanda la población.
A pesar que existía un modelo de atención, por cierto perfectible, con el llamado Seguro Popular para atender aquella parte de la población que carece de seguridad social, con la llegada de la nueva administración se determinó cortar de tajo todo lo que se construyó por años para intentar un nuevo modelo que, dicho sea de paso, parece no funcionar como se esperó.
El fracaso es evidente ante el aumento en las quejas de los pacientes que antes recibían la atención del Seguro Popular y que, sin más, dejaron de recibir el apoyo con el consecuente impacto en sus bolsillos. En diversos medios se documenta el calvario que ahora pasan las familias para recibir atención médica, la cual es urgente, sobre todo en el caso de enfermedades crónicas o graves, y que se atendían aún con las fallas evidentes.
Aunque la crisis por la que atraviesa el sistema de salud no es reciente, y alcanza también al IMSS e ISSSTE en donde los derechohabientes conocen el martirio que resulta enfermarse y tener que acudir a solicitar la atención médica que requieren, lo que me resulta preocupante es que parece que la actual administración no tiene la sensibilidad que pregona en cuanto al trato a la salud de los mexicanos.
Pasó ya un año de su llegada a la Presidencia de la República y, a la fecha, no hay el cambio radical en el sistema de atención a la salud que prometió; recordemos el desabasto de medicamentos que se dio al inicio de su gestión, la falta de medicinas especialmente para atención a niños con cáncer, la desaparición del Seguro Popular y el consecuente despido del personal médico y administrativo que lo manejó.
El inicio del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), que entró en operaciones en lugar del Seguro Popular, solo se destacó por las quejas de los usuarios del anterior sistema. Para ellos no es consuelo que digan antes no los atendían, que antes tampoco había medicinas, o que en otros gobiernos pasaban cosas peores.
El hecho es que los millones de mexicanos que votaron por AMLO, lo hicieron movidos por la esperanza que todo fuera mejor y para que el gobierno fuera diferente. Mientras no sea así, los discursos seguirán siendo los mismos, con fechas y plazos que no llegan y excusas que se vuelven una bola de nieve.
Al menos en lo que se refiere al sistema de salud soñado, seguiremos en espera de esa “transformación”, porque si no cambia el rumbo del Gobierno Federal, parece que nos vieron la cara.