Toño Martínez
Marzo 09, 2020
La protesta de mujeres a lo largo del país, con todo y excesos, obliga a Gobiernos a prevenir estallidos morados más fuertes.
De que están nerviosos y en algunos casos hasta apanicados no es para menos; los gobiernos desde el federal de Andrés Manuel López Obrador como los de estados no esperaban la enorme reacción de las mujeres al tomar calles, plazas, monumentos y espacios públicos diversos el 8, y declararse de brazos caídos el día 9 de Marzo, para exigir derechos, equidad, respeto, igualdad y sobre todo justicia.
En un porcentaje bajo de los casos, la ira, incertidumbre e indefensión de las mujeres fue usado por anarquistas, grupos de libertinas promotoras del desenfreno, liviandad, abortistas, e impudicia que encapuchadas o no, atentaron contra edificios, quemaron y destrozaron autos, dañaron comercios, lanzaron toda clase de consignas al desorden y caos, aprovechando las justas demandas de las mujeres, pero la gran mayoría, el 90% fueron pacíficas, claras en su objetivo y concretas en sus demandas.
No se puede juzgar un movimiento surgido de reclamos justos de igualdad y seguridad por lo que hayan hecho revoltosas con fines aviesos.
Como no manifestarse si, digámoslo claro, la mujer no ha alcanzado ni en México ni en el Mundo el respeto e inserción a la que tienen derecho en la sociedad.
Como no sacar el coraje si recuerdan los episodios negros que vivieron mujeres cuando comenzaron a reclamar respeto y derechos en todos los órdenes, como el ocurrido en 1908 cuando al menos 130 –cifras oficiales aunque se afirma fueron más- mujeres fueron quemadas vivas en la fábrica de ropa “Cotton” de Estados Unidos solo porque exigían jornadas laborales de 10 horas y salario igual al de los hombres.
Como no anidar resentimiento si en Ciudad Juárez más de 5 mil mujeres han sido asesinadas –no hay cifras oficiales convincentes-, la gran mayoría empleadas de maquiladoras de entre 15 a 25 años.
Como no estar asustadas y exigir seguridad, si tan solo en el ámbito político, en la jornada electoral del 2018 fueron asesinadas por comandos de delincuentes, sicarios y en atentados de diversa índole 16 mujeres que aspiraban a un cargo de elección popular, y un total de 106 sufrieron agresiones sin importar su filiación política –la mayor parte fueron de Morena, luego del PRI y después del Verde Ecologista, aunque también hubo del PRD y otros partidos.
Como no sentirse excluidas y marginadas en el plano laboral, si trabajando las mismas horas que un hombre y haciendo lo mismo, ellos perciben en promedio 5,825 pesos mensuales y ellas solo 5,018. En algunos casos ellas ganan la mitad.
El colmo se da en mujeres de posgrado pues ellas ganan hasta 43% menos que los hombres con el mismo nivel de estudios.
Como no sentirse aterradas si tan solo en un año, 2019 fueron asesinadas 1006 y en enero del 2020 van 73.
Como no estar resentidas y con miedo, si el sistema de justicia mexicano todavía las discrimina cuando presentan alguna denuncia por violencia de pareja o familiar y otorga consideraciones diferentes a los hombres como sucedió en el caso de Abril, cuyo esposo la había agredido despiadadamente con un bate de béisbol, pero el juez no lo tomó como intento de feminicidio y cambio el término por violencia familiar y todo, para que al final la mandara asesinar.
Como no sentir rabia si muchas madres sufren por asesinatos bestiales como el de la Fátima, violada, torturada y muerta –solo un ejemplo entre cientos-.
Como estar bien si en cuanto a desempleo si en la mujer es del 18% y solo 8% entre los hombres como apunta el Observatorio del Trabajo Digno de la Organización Acción Cívica Frente a la Pobreza.
Como no caer en un estallido social femenino si el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador intentó hasta donde pudo evadir el tema de los feminicidios y derechos de las mujeres hasta que tibiamente se vio forzado a decir que “estaba con ellas” mientras su esposa Beatriz Gutiérrez se arrepintió de apoyarlas y terminó tratando de inducirlas a que “Undiasinnosotras” se transformara en actos de apoyo al presidente, y este no ha sido capaz de estructurar políticas claras que les hagan confiar en que las condiciones generales de vida, seguridad y derechos para ellas van a cambiar.
Como no desesperarse si alcanza 90% el índice de impunidad en el asesinato de mujeres.
Simulando desdén y que “todo es remediable”, Gobiernos de estados como Guanajuato, Guerrero, Michoacán, Veracruz, Jalisco, Nuevo León, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, San Luis Potosí, Querétaro, Hidalgo, Morelos, Edomex y otros en mayor o menor dimensión, están realmente sacudidos y temblorosos por el nivel que tomaron las demandas ciudadanas, pues el tigre fue despertado –o mejor dicho la tigresa-, y el monstruo rosa dormido está reaccionando.