Dr. Jaime Chalita Zarur.
Mayo 31, 2025
Todos los que habitamos este planeta, en la inmensa mayoría, vivimos resolviendo los eventos del día a día, absorbidos por cada uno de ellos en búsquedas de mejorar la condición que tenemos, queriendo tener una mejor vida pero, al mismo tiempo nos la negamos.
Cierto es que en nuestra sociedad vivimos una serie de problemas que nos afecta a todos y absortos en el diario ir y venir, queremos que no nos afecte o, que si nos va a suceder algo, sea lo menos posible.
De los errores, porque son varios en razón de cualquier problemática que nos afecte, el principal es, buscar las culpas ajenas, tratando de absolvernos a nosotros mismos, siendo indulgentes en lo individual y echándolas a los demás así, jamás resolveremos las diversas problemáticas que se presentan en lo cotidiano.
De los relevos generacionales que la historia humana ha tenido, esta última es la que evoluciona más rápido y la que mayor desintegración social tiene. Posiblemente debido a una comunicación en su mayoría, ficticia, a través de las redes sociales que deja al descubierto, tempranamente la diversidad de acciones extralimitadas que a los ojos de los adolescentes, especialmente deslumbra.
Hace una semana en un lugar conocido como antro, un chico de quince años, resultado de una riña, muere por herida de arma blanca. Las reacciones no se hicieron esperar, las culpas menos.
Desde los permisos comerciales, pasando por los permisos de venta de alcohol, los primeros del ámbito municipal y los segundos del estatal, así como, la incesante pregunta ¿que hacía un menor de edad en ese lugar y quienes son los responsables de dejarlo pasar?
Pero, antes de dar respuestas a toda las preguntas que hacemos y, seguramente muchas más, la respuesta debería ser en el inicio de la problemática familiar. ¿Como es que una criatura de esa edad estaba en ese lugar?. ¿Habría consentimiento de su papá o, mamá?
Uno de los problemas sociales más agudos es que, el control familiar no es más, no existe pues la autoridad de los padres y madres de los jóvenes, la han cedido a una libertad muy mal entendida.
Los jóvenes no encuentran ya, límites en su andar por la vida y dentro de su natural evolución juvenil, piensan que todo o, casi todo lo saben y que, además, los jefes de familia son obsoletos y anticuado en su proceder, cediendo estos ante un impulso mal orientado de la mayor trascendencia y que, las consecuencias, como el caso que nos ocupa, son dolorosas para la familia si, pero igualmente para la sociedad.
¿A quién le importa esta desgracias? Desde mi humilde punto de vista, si a las familias que sufren la pérdida pero también debería importarnos a quienes formamos parte del grupo gregario en el que se nos permite vivir y relacionarnos.
¿Son importantes las observaciones legales? Si lo son, y de la mayor trascendencia, por ello deberíamos hacer saber a todos quienes habitamos en una sociedad, que antes de exigir derechos, está el cumplimiento de nuestras obligaciones primero.
@jaimechalita