Un mundo sin clases económicas, supremacías racistas y políticas, sin muros ni fronteras, ya es posible

Toño Martínez

Abril 12, 2020

El ideal de Jesús, Gandhi, Luther King, Lutz, Mandela se cumplen…pero

Parece increíble que tuvieron que pasar miles de años, baños de sangre y muerte, luchas y sacrificios de hombres y mujeres buscando un mundo igualitario, sin fronteras, muros, sin clases sociales y económicas y, diferencias étnicas y de género a principios del siglo XXI finalmente se alcanzaran.

No es simple retórica ningún análisis teórico sobre la universalidad del ser humano; al mes de abril del 2021 los casi 8 mil millones de habitantes del planeta tierra,  “Somos Iguales”.

Tuvo que venir un micro elemento desconocido a ponernos parejos.  El CORONAVIRUS COVID 19 nos ubicó en la cabal dimensión, somos igualitos, lo mismo para engrandecer que para destruir y padecemos de la misma fragilidad.

Jesús en su paso por la tierra pregonaba amaos los unos a los otros como principio de fraternidad universal pero nunca le hicimos caso y la violencia, ambiciones de poder, dominio y conquista, riquezas han causado devastadoras de guerras y constante violencia a lo largo de la historia.

Gandhi, Bertha Lutz, Nelson Mandela, Martin Luther King, Jesse Jakson y hasta en su debida dimensión los revolucionarios mexicanos, lucharon por alcanzar igualdad en derechos humanos oportunidades, bienestar y libertad, los fracasos fueron dolorosos y los seres humanos hemos seguido enormemente divididos por fronteras políticas, racismo, diferencias de género y sed de dominio de poderosos contra débiles.

De pronto un virus, como si fuese un engendro de nuestros propios demonios internos, aparece y sin miramiento alguno ataca por igual a dueños de grandes fortunas que al que no tiene nada, a líderes políticos que al más humilde ciudadano, al sabio y al ignorante, al blanco que al negro o amarillo, al hombre que a la mujer, al niño y al adulto: nos igualó.

Ahora la psicosis que genera en el mundo, nos ha dado la peor sacudida en la historia humana evidenciando la igualdad en la debilidad y nos lleva a regresar a principios fundamentales en valores, principios, respeto, solidaridad, reencuentro familiar y comunal, espiritualidad perdida y a un replanteamiento de nuestra conducta.

Vemos cómo desde los creyentes hasta los ateos y ascetas y en todas las culturas buscamos una asidera más allá de la ciencia.

Y las redes sociales, medios de comunicación de todo tipo y frases sobre Dios nos inundan.

No es más que el reflejo del terror por descubrir que frágiles somos.

Sin embargo la duda queda: ¿Será una actitud sustentable y sostenible este cambio de conducta humana?; nos conviene que sea permanente, porque va en juego nuestra supervivencia. 

Es indudable que la ciencia no tiene todas las respuestas e indiscutible un poder superior que nos ayude no importa desde que perspectiva se va ni el nombre que le impongamos.

Sólo así podremos aspirar a vislumbrar un nuevo orden mundial y humano.