Dr. Jaime Chalita Zarur
Marzo 19, 2022
Cuando el ser humano quiere lograr sus metas, las que se deseen, se promete de todo y se cumple según los intereses y miedos de las personas.
Aquel San Luis Potosí de antaño, el que quienes estamos en el otoño de la vida, teníamos y, habíamos construido, viejo sí, también pueblo quieto, igualmente, pero que habíamos disfrutado plenamente y en el sueño del progreso de nuestra ciudad, de nuestro estado, fuimos, sin querer, abandonando nuestra entidad de provincia familiar, para alcanzar la anhelada metrópoli que requiere mucha más atención y recursos que no había y quién sabe si habrá.
2009 por fijar una fecha, nuestra Ciudad empieza a entrar en el asombro y con ello la indignación de saber de la pérdida de vidas en forma violenta. En nuestras relaciones sociales, así, aparecía el miedo, lleno de impotencia, pero también de asombro que, se nos fue haciendo costumbre ante la impunidad que se vivía y hoy, así continúa. Pasamos de todo aquello, a la desconfianza, a la separación social y al desconocimiento de las personas, hasta del vecino de la puerta de al lado, y a esperar que, una vez saliendo de nuestras casas, podamos regresar sin novedad que nos haya hecho sufrir.
Lo fortuito, pero con tanta violencia inaudita, ha tomado la vida de una Dama, Lidy Villalva, admirable en la forma de haber transcurrido su vida, siempre en la ayuda de los demás, nos fue arrancada. Nunca pudo haber duda de su ejemplar conducta y que deja huella profunda en San Luis Potosí para muchas personas. Prematuramente, a expensas de lo desconocido, pero con dolor, sabemos ahora, se ha ido de este plano terrenal, le han quitado la vida y duerme ya el sueño eterno, reservado para todos en su momento.
Que hemos hecho de nuestras vidas, en donde dejamos lo que deberíamos haber hecho para estar así, con tanto dolor en el alma de nuestro hogar común. Seguro no estábamos preparados para progresar sin que la consciencia social se alejara de las personas y hubiese una entrega, casi incondicional al materialismo, generando toda clase de envidias.
¿Perdimos nuestra Patria? ¿Se fue para siempre nuestra paz y tranquilidad con la que vivíamos? Posiblemente si, la respuesta está cada día, cada minuto en la transformación de la individualidad, pudiéramos recupérala también sí, pero habría que hacer enormes esfuerzos honestos para salir del fondo donde por voluntad, sin sentir, nos hundimos. El infierno ha estado en nuestras vidas.
Descansa en paz estimada Lidy, ya no habrá para ti más, entre los que dejas, no por voluntad tuya o, porque la vida se hubiera terminado, víctimas de lo que nunca debería haber sucedido.