Toño Martínez
Abril 10, 2019
Es incitarlos a iniciar su vida sexual temprana con resultados adversos; embarazos son casi 10 mil cada año.
Fernando, un jovencito estudiante del 2º año de secundaria asistió como todos sus compañeros de aula, a la clase sobre sexualidad, donde les hablaron sobre salud sexual, derechos reproductivos, aceptación de la diversidad, riesgos, actitud de responsabilidad, cuidados y cosas así. Al final, como a todos los demás, el personal de Salubridad repartió entre los estudiantes condones.
Algunos los tomaron con timidez y los guardaron en sus mochilas; a otros se les reflejó un dejo de tentación y lujuria, y a la mayoría de compañeritas las ruborizó.
Para el modelo de salud sexual que maneja la dependencia, el condón, suponen, es una forma de prevenir embarazos entre adolescentes y protegerlos a ellas y ellos de enfermedades.
Fernando, comenzaba a vivir el despertar de su sexualidad; pero le habían enseñado en su casa que cuando el despertar de los sentidos llegara no significaba precisamente dejarse llevar por los impulsos pues había otras prioridades en su vida que debía atender.
Pero, traer el preservativo lo excitaba; a solas lo sacaba y contemplaba sintiendo agolparse las hormonas.
En una fiesta entre compañeros, Fernando cargó el condón; comenzaron a beber, las casi niñas se les emparejaron y el alcohol las hizo perder desinhibición.
El escenario, el condón y la presión de compañeros hizo que Fernando y una jovencita terminaran en la cama sosteniendo relaciones, y por la euforia de lo que menos se acordó fue del condón.
La chica, de 13 años, quedó embarazada y Fernando fue obligado a responderle haciéndose cargo de todo, ahí la vida de ambos cambió para siempre y los proyectos y planes de superación quedaron reprimidos.
Ese tipo de historias se repiten una y otras vez; el condón en manos de jovencitos que traen la hormona a flor de piel es como un si manos invisibles los empujaran a usarlo, a tener sexo.
Evidentemente y por más que tanto el sector salud, psicólogos, sexólogos, la industria fabricante insistan en que “el mejor camino para salvar a niñas de embarazarse en dándoles a ellos condones”, el modelo de educación sexual está fallando en esa parte.
Cifras de Salubridad, el Consejo Estatal de Población y organizaciones civiles que velan por los derechos y protección de niñas, niños y adolescentes son frías y no mienten.
Las relaciones sexuales no pueden ser inducidas como actos “de la biología natural” del ser humano a ciertas edades, menos sin un esquema que no involucra otros valores.
Durante los 10 años anteriores, cuando la educación sexual se convirtió en un tema insustituible en programas oficiales y llegó explícito a los libros de texto, en San Luis Potosí los embarazos entre jovencitas de 15 a 19 años se elevaron un 70%.
Peor aún es que en regiones como la Huasteca quedan en cinta menores de entre 10 a 14 años.
Solo en el 2018 y por registros de Salubridad, hubo casi 10 mil embarazos de adolescentes en el Estado.
A esas edades, como hasta los 18, el embarazo es de alto riesgo para la vida de las mujeres. Sus cuerpos no están desarrollados para la reproducción.
Su condición emocional tampoco.
Valles, Aquismón, Tamazunchale están entre los municipios donde más está sucediendo.
Como cita la Asociación de la Sexualidad Educativa española – el problema es igual en la mayoría de países-, antes que promover la sexualidad mal enfocada, hay que empoderar a los jóvenes, fortalecer el desarrollo de su personalidad, promover los cinco ámbitos de su desarrollo que son: cognitivo, motriz, inserción social, de comunicación y el afectivo.
Pésima idea hacerles creer que se ceben convertir en máquinas de sexo.
Entendamos que la verdadera educación sexual se da en la familia, en los padres no en la escuela.
Ya no más condones a secundaristas, ni más embarazos de adolescentes.
Los jóvenes merecen nuestro respeto y apoyo absoluto contra acechanzas externas, contra presiones sociales y anuncios que les fijan la idea de que “tienen derecho” de acostarse con las chicas usando condones de todo tipo porque es “Cool”, o que si no lo hacen están fuera de onda.
Si, el tema es escabroso, pero el sentido común y el derecho a no truncar formatos de vida plena, debe prevalecer por encima de cualquier cosa.
Cuidado con seguir repartiendo preservativos sin ton ni son a jovencitos y adolescentes.