“VIVIR DE ESCEPTICISMO”

Por: Alma Gutiérrez Ibarra

Septiembre 20, 2019

En múltiples ocasiones, y aún ahora, me he considerado apartidista; desde mis inicios en los medios como reportera por convicción propia, decidí no “cazarme” con ninguna ideología partidista que contaminara la visión imparcial que quería imprimir en cada una de mis notas.

Tengo la satisfacción de creer que así fue a lo largo de casi 15 años de ejercer el periodismo en diversos medios en los que cubrí por igual y sin distinciones las voces de personajes del PAN, del PRI, del PRD y de llamados partidos “chicos”; estas líneas las incluí bajo mi descargo porque no quiero ahora ser tachada de anti AMLO por el simple hecho de no estar de acuerdo con muchos, de los proyectos emprendidos por el gobierno actual.

Y sí, me declaro escéptica del personaje creado por Andrés Manuel López Obrador; de creer que su única intención es apoyar al “pueblo bueno” y que todo lo que hizo para llegar a ocupar la presidencia tiene fines libres de la sed de poder y la ambición de justicia para los que menos han tienen. De inicio, recuerdo que sus orígenes nos trasladan al Partido Revolucionario Institucional, aquel ente que ahora tanto critica.

Bien es cierto que todos tenemos derecho a corregir, pero también creo que “no es gripa” y que lo que aprendido no se olvida. Así que queridos lectores saquen ustedes sus propias conclusiones. Y si he de mantenerme así en el caso del proyecto de país planteado por el Gobierno de la República es porque, hasta la fecha, no he visto coherencia entre el discurso y las acciones emprendidas en diversos rubros.

Ya anteriormente aborde a fondo en esta misma columna el tema de la cancelación del aeropuerto, que a todas luces, explicado hasta el cansancio y analizado en diversos ángulos, la mayoría de las opiniones coinciden que fue un error que costó y costará más al país de las bondades que prometió Andrés Manuel.

También está el caso de las estancias infantiles en donde el Gobierno de la República acusó de graves casos de corrupción, sin embargo, en los actos mantiene en su círculo más cercano a personajes señalados de corruptos, como el caso del actual director de la CFE, Manuel Bartlett a quien incluso, ya defendió públicamente en una de sus tradiciones conferencias mañaneras.

En ese escenario, amanecimos hoy con la noticia de la desaparición de la “reforma educativa” aprobada por el gobierno de su antecesor Enrique Peña Nieto. De nueva cuenta soy escéptica, sobre todo por el tufo de “acuerdo” que emana detrás de esta nueva reforma con la CNTE, y que se argumenta está garantizándole al Presidente un nuevo nicho de clientela electoral.

Porque para nadie es ajeno que en la CNTE lo que menos ha reinado es la cordura o el interés real por mejorar la calidad educativa cuando sus paros, marchas y protestas afectaron tanto en el pasado a nuestros niños y su educación; en tanto, y sin desear que le vaya mal al país que amo, prefiero seguir con mi idea de escepticismo, o al menos, hasta que se demuestre lo contrario.