Toño Martínez
Septiembre 01, 2020
Qué más quisiera que haber escuchado en el segundo informe del presidente Andrés Manuel López Obrador indicios, un rayito de luz de que en los siguientes cuatro años dará a México sustentabilidad económica, sanitaria, infraestructura de desarrollo, seguridad, empleo, armonía, acuerdos con todos los sectores para generar sinergias que nos aporten estabilidad y certidumbre, pero no fue así.
Ni siquiera voy a recurrir a juicios subjetivos basados en el comentario sarcástico popular que un día sí y otro más suben de tono en reclamos del Gobierno incompetente que encabeza AMLO con políticas equivocadas, decisiones a capricho inspiradas en propósitos siniestros de conducir nuestro país a un régimen político que llenaría su deseo ideológico, pero muy diferente a lo que dicta la dura realidad de los mexicanos y el más estricto sentido común. No.
Son datos de su propio gabinete, de sus secretarios y de sus encargados de programas los que pintan un mandato incipiente de tropiezos, imprecisiones, ensayos y actitudes de chivo en cristalería; malo, muy malo para un país golpeado por las turbulencias globales y sin herramientas para impermeabilizarlo. Dicho por el Secretario de Hacienda Arturo Herrera el 2021 México vivirá la peor crisis económica desde 1932, porque ya se acabaron los fondos de estabilización, fideicomisos y guardaditos (que habían dejado los perversos gobiernos neoliberales), el Producto Interno Bruto que a cómo vamos caerá al 7.4% al cierre del año.
¿Cómo le va a hacer para recuperar los 25 millones de empleos informales y 23 formales?
¿Cómo va a captar ingresos fiscales para sostener sus programas sociales y las políticas de desarrollo porque no ha tenido la capacidad de estimular la inversión extranjera y mucho menos la nacional por su desprecio a los empresarios que sin los que producen trabajo?
Hacienda presentó una caída del 20% en recaudaciones pues en julio apenas llegaron a 395, 152 millones de pesos.
Ni cómo pensar que aunque en el informe presentará números falsos sobre mejoría en seguridad pública y disminución de la violencia y criminalidad cuando solamente en agosto de este año suman ya 2,524 asesinatos y creciendo.
No es el COVID el responsable de la debacle económica sino incapacidad de la 4T para dirigir a la nación.
El panorama no es oscuro, es tenebroso para el año siguiente y no o se entiende cómo a pesar de todo el presidente sigue peleando, insultando, hablando pero poco actuando contra la corrupción y retando burlonamente con sostener los proyectos de la nada como la refinería de Tres Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Maya.
Presidente, en los mexicanos hay nobleza pero no dejadez ni sumisión; hay disposición al trabajo, esfuerzo y colaboración pero necesitan un líder no un iluminado. Tiene la palabra.