Yo, el pueblo.

Daniel Adame Osorio(*)

Abril 27, 2023

Las características pertinentes a la nominación dependen del problema de fondo. Si uno está interesado en el voto estratégico y en la coalición electoral, como es nuestro caso, las leyes pertinentes son aquellas que regulan las candidaturas fusionadas y las listas conjuntas, nos dice la literatura.

Existen otros factores a tomar en cuenta y que van más allá de las expectativas electorales de los partidos, tanto el que está a punto de perder el registro, como el de aquellos que estarían dispuestos a respaldarlo para que lo conserve.

Se trata de dos variables:

1.- El elector mismo, su ideología e identificación con el partido en riesgo.

2.- Se trata de una elección en la que están de por medio los intereses y aspiraciones de los habitantes de esa demarcación.

En efecto, algunos de los electores que se sienten cercanos a un partido político que no va a lograr grandes resultados en las urnas optan por no votarle al anticipar que no tiene posibilidades reales de obtener representación, prefiriendo desplazar su voto a otro partido del que no se sienten tan cercanos, pero que, en su opinión, sí tiene posibilidades de lograr escaños. Y es que si bien a menudo el ciudadano elige como primera opción de voto al partido en el que milita o por el cual siente una gran simpatía, que carezca de peso específico en la arena política, que en realidad sólo esté pensando en su supervivencia, y que a final de cuentas no obtenga escaños con los cuales la gente pueda sentirse representada, no constituyen incentivos suficientes.

La problemática para el partido que puede perder su registro es mayor si sus militantes y simpatizantes, así como el electorado en general, consideran que en realidad ese partido ha sobrevivido en anteriores comicios no porque tenga un peso específico importante o haya aumentado el número de seguidores por sus resultados, sino porque invariablemente ha competido en coalición con partidos más fuertes que le han garantizado con su fuerza que permanezca en el juego electoral.

Cuando por cualquier razón esa alianza se interrumpe, el partido se enfrenta a la realidad de que su aporte a los partidos grandes, medianos y al régimen no es atractivo y es desdeñado, colocándose precisamente en posibilidad de desaparecer y, antes, en esa posibilidad de desmembrarse en el territorio de la realidad está esa organización que no terminó por ser un partido movimiento, en la categoría sugerida por la literatura y, se caracterizó por ser el partido del pensamiento único.

Ese contexto asoma en el lopezobradorismo, primero porque no necesariamente sus aliados del PT y PVEM significan una coalición estable. Lo que es más: la voluntad del presidente ha anticipado el rol de la política y sus tiempos y ha alterado sobre todo la oportunidad para tener un voto estratégico hacia su causa personal. El desmembramiento surgirá con más fuerza cuando su encuesta designe la candidatura presidencial que, impactará en un desmembramiento hacia las candidaturas de los gobiernos locales y, al congreso, porque todas las decisiones tendrán para prosperar, el certificado de una única autorización: la del caudillo, el depositario de la categoría que, para la literatura, Nadia Urbinati denominó: Yo, el pueblo.

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(*) Politólogo, (IBERO MX) periodista, administrador público y académico. Director Editorial de ESCENARIO POLÍTICO, medio de comunicación especializado en análisis político. Premio Nacional de Periodismo.