Toño Martinez
Mayo 10, 2023
Así como lo leen; yo si conocí y conozco a las brujas, a hechiceras y tuve una de cabecera, de esas que son capaces de llevar a cabo cosas tan sorprendentes que simplemente no pueden ser explicadas ni por la ciencia o la Inteligencia Artificial.
Mi bruja o hada personal no traía varita mágica (salvó algunas veces) no vestía de negro, no usaba sombrero de pico ni decía «crakle crakle» cómo las brujitas de las historietas de La «Pequeña Lulú» y Toby, pero tenía el fin de la ubicuidad que la hacia capaz de aparecer en distintos lugares al mismo tiempo, multiplicaba los panes, traía escoba y otros artefactos mágicos y en un instante era capaz de poner orden en todo.
Esa bruja parecía incansable y muchas veces a altas horas de la noche o en la madrugada antes de salir el sol la escuchaba creo haciendo rituales por toda la casa; parecía que nunca se cansaba ni dormía; tampoco la escuché quejarse aunque a veces su rostro reflejará algún sufrimiento.
Era una bruja real, de carne y hueso tal vez del linaje de Hécate, Circe o Medea o de la Bruja Maruja.
Nunca supe que hechizo o «trabajo» hacia cada que mi padre le daba el gasto de la semana que, con diez de familia -tiempos aquellos de familias numerosas pero alegres y felices- para que le alcanzará para todo, pues se imaginan que muchas veces no era suficiente; esa maga multiplicaba el recurso y nunca faltó el alimento en la mesa, los útiles para la escuela o los zapatos que ¡ah como se me rompían entre las piedras de arroyos, trepando barrancos, árboles o jugando a los resbalones en las calles de terracería!
Confieso que mi bruja de cabecera si nos daba pócimas y brebajes a la hora de las comidas, porque con las mismas cosas de otras casas sabían a pan de angel, le quedaba cualquier guiso o los desayunos exquisitos.
Algunos amigos de toda clase ya en mi vida de escuela o laboral tuvieron la gloria de compartir esos brebajes y abiertamente me pedían los volviera a invitar al nido de la hechicera para volver a degustarlos.
Esa maga que si llegó a usar varita mágica algunas veces para sacarnos a mi y mis hermanos los chamucos que nos hacían cometer maldades tenía un nombre muy corto, de apenas cuatro letras
Se llamaba simplemente: MAMA.
Ella fue mi fantástica bruja de cabecera que hoy está en el paraíso de las brujas buenas seguramente compartiendo sus secretos mágicos con otras hadas que usaron y usan el ingrediente más mágico de todos para sus hechizos: el amor
La recuerdo y la extraño físicamente pero me alegro por qué se que no se fue, solo cambio de plano y su espíritu ronda mi vida.