Profesor Constantino González Hernández
Mayo 15, 2023
Existen dos maneras de adquirir la autonomía: Una por concesión y otra por consecución, la primera se da y la segunda se conquista. En ambos casos se requiere de un profesionalismo cabal y que vayan de la mano de la valoración del magisterio.
Autonomía, profesionalismo y valoración son un triángulo cuyos lados y ángulos debemos verlos de manera holística.
La Nueva Escuela Mexicana (NEM) en la Reforma educativa del Gobierno de la 4º Transformación presenta en su Plan de Estudio una estructura con cuatro elementos que articulan la propuesta curricular de principio a fin, el tercer elemento se refiere a la Autonomía profesional del magisterio para contextualizar los contenidos de los programas de estudio de acuerdo con la realidad social, territorial, cultural y educativa de las y los estudiantes. Entre los Elementos centrales de la política curricular de la educación preescolar, primaria y secundaria se establece la revalorización de las maestras y los maestros. Entre ambos conceptos media como fiel de la balanza la profesionalidad de los docentes.
Con la implementación de la Reforma Educativa conocida como los Acuerdos de Chetumal en 1974 comienza la desvalorización del magisterio, mediante un engaño falaz: Se incrementa el número de años para la formación inicial de tres a cuatro años en la Educación Normal Básica cambiando el título de PROFESOR por el de LICENCIADO EN EDUCACIÓN PRIMARIA, mientras que en su formación se inicia un largo trayecto de convertirlo en un operario de línea en un proceso pedagógico basado en el sistema tecnocrático del fordismo denominado CONDUCTISMO cuya propuesta de Burrus Skinner se basa en la Reflexología de Iván Petrovich Pavlov y con el seguimiento didáctico basado en la Taxonomía de conductas observables y de eficiencia de Benjamín S. Bloom. Abandonando el rumbo que se estaba transitando en ese lapso: La Escuela Nueva y la Pedagogía Crítica.
Durante cincuenta años años (después de los Acuerdos de Chetumal) hemos vivido por lo menos cuatro “reformas” educativas, 1993, 2006, 2011y 2017, que se han caracterizado como meros cambios dignos la Novela “El gatopardo” de Giuseppe Tomasi di Lampedusa cuyo tema es hacer cambios para que todo siga igual. Las reformas prianistas desde Salinas a Peña Nieto han sido “gatopardismo” puro.
A lo anterior agreguemos los ataques sistemáticos a la Escuela Pública por los gobiernos federales de Salinas a Peña Nieto y los poderes fácticos empresariales, religiosos y de comunicación masiva, estos últimos denostando al magisterio en general.
La Autonomía profesional señalada en el Plan de Estudios 2022 es concedida, no basta, sólo la conquistada con base en la preparación y el profesionalismo nos hará dignos.
La profesionalización conlleva un ejercicio ético fundado en la sapiencia pedagógica y didáctica que nos lleve al tercer escalón del ejercicio docente, no quedarnos anclado en el primero como simple experto técnico de pedagogías impuestas más preocupados por la eficacia y la eficiencia de resultados prescritos por políticas de mercado y medibles por estándares de la pedagogía bancaria. La autonomía en este nivel es ilusoria, dependiente de directrices técnicas y con incapacidad creativa para romper esquemas que atan y producen insatisfacción y cansancio mental.
Sobrepasar el segundo escalón, el del profesional reflexivo cuyas características más evidentes son en primer lugar el ejercicio de la enseñanza guiada por los valores educativos personalmente adquiridos. La competencia profesional se sustenta en un ejercicio de investigación-reflexión sobre la práctica con un amplio sentido de autocrítica y modificación en consecuencia. Tener capacidad de deliberación en la incertidumbre y optar por la opción educativamente correcta. La autonomía en este segundo nivel se asume como responsabilidad moral y pedagógica propia, manifiesto equilibrio entre la independencia individual y la responsabilidad social y capacidad para resolver creativamente situaciones dilema.
El tercer escalón tiene el adjetivo cualitativo de intelectual crítico.
Este nivel se caracteriza por una enseñanza dirigida a la emancipación individual y social guiada por los valores de justicia, racionalidad y satisfacción. Esto exige una autorreflexión sobre las distorsiones ideológicas y las condiciones institucionales, capacidad de análisis y de crítica social. En este nivel la autonomía es emancipadora: liberación profesional y social de la opresiones políticas, intelectuales, religiosas y de todos los poderes fácticos. Conciencia crítica individual y gremial, la vista en altos logros con los pies bien plantados en el suelo. No abdicar al sentido de clase social de donde provenimos.
Cierro:
Sólo con profesionalismo y profesionalidad podemos aspirar a la autonomía profesional, -esta debe ser adverbial-.
La revalorización es un acto biforme: Primero y fundamental es la autovaloración, el ejercicio de reconocer mi valía personal, socia y profesional por mi ejercicio ético y pedagógico y en segundo lugar la heterovaloración de la sociedad por el ejercicio profesional de nuestra labor y la profesionalidad como cualidad intrínseca de nuestra imagen como docentes.
Luchemos como gremio para ascender al tercer nivel de nuestra escala de valores profesionales y exigir lo que nos corresponde como justo salario y prestaciones sociales.
¡Salgamos de la burocratización y la proletarización en que nos han subsumido los enemigos de la escuela pública!
COMPAÑEROS, HERMANOS DE PROFESIÓN:
Que el reconocimiento del DIA DEL MAESTRO no sea sólo de homenajes y discursos trillados, sino de una verdadera autonomía profesional de la mano de un salario Justo y mejores prestaciones sociales.