Toño Martínez
Agosto 12, 2024
Cuando en 1949 el científico estadounidense Isaac Asimov, el más prolífico escritor de Ciencia Ficción escribió las Tres Leyes de la Robótica para garantizar que las máquinas tuvieran en sus códigos (comandos) como prioridad proteger al ser humano y nunca hacerle daño, no imagino que 81 años después la evolución de la Inteligencia Artificial (I.A.) este llegando a extremos de terror disimulado entre la comunidad científica, al grado que el 29 de marzo de este año (2023) mil expertos, académicos y ejecutivos de laboratorios de robótica firmaron una Carta Abierta pidiendo pausar el desarrollo de los robots de acción autónoma al considerar que se corre el riesgo de que los cerebros digitales se apoderen de las decisiones en temas estratégicos para la supervivencia.
Cada vez más, la I.A. está penetrando en todos los campos de la actividad humana, desde los sistemas de seguridad mundial hasta en los económicos políticos, viajes espaciales, educación, salud, ecología, e incluso hasta en los electrodomésticos de uso más comunes.
El riesgo, la parte sombría de la I.A. es que en la atropellada carrera de los diseñadores de programas, algoritmos, softwares para androides con tal de ganar la competencia les asignan capacidad de discernimiento al grado que robots como Sophie que hasta ciudadanía y derechos tiene en Saudi Arabia y es la las más avanzadas no solo sostiene conversaciones sino que llegó a considerar la posibilidad de eliminar al humano por constituir un peligro.
Elon Musk, Stephen Hawking, Silicón Valy, Mark Zuckerman y hasta Sam At Man diseñador de ChatGPT en la empresa OpenI.A. que se refiere a lenguaje para diálogo ajustado a técnicas de aprendizaje, coinciden con algunas variantes en que la Inteligencia Artificial se está convirtiendo en un riesgo.
Tal vez habra quien diga » y eso a mí que, eso de la Inteligencia Artificial es para los científicos, naves espaciales y los amantes de aventuras no para mí».
Error grave porque ahora las nuevas herramientas de la I.A. tienen capturados sus datos biométricos, saben su condición de salud, domicilio, familia, gustos, tono de voz, ahorros, aficiones y son capaces de enviar mensajes en su nombre para bien o mal o pedir sus cuentas bancarias; poseen registro de sus bienes etc. para usarlos a su antojo.
La tecnología de la IA ya no es Ciencia Ficción ni películas o novelas, y hasta los expertos tienen miedo de lo que puedan hacer las máquinas que «piensan» por sí mismas.
Es capaz la I.A. ya de elaborar en segundos textos, discursos, poesías, con solo darle mínimos datos de lo que necesitamos.
Hay quienes se inclinan por buscar la complementariedad humano -robot para mejorar las cosas. Pero es aquí donde como siempre entra la codicia humana, el ansia por el poder y dominio que lo obstaculizan.
Hasta donde se adueñaran del ser humano? Cosa de pensarse seriamente porque a todos nos alcanza.