Xantolo

Gregorio Marín Rodríguez

Octubre 24, 2022

Cientos de años antes de que llegaran los españoles a lo que hoy es México, los habitantes de la Huasteca Potosina organizaban fiestas para recibir a las almas de sus fieles difuntos, niños y adultos, desde el primer día de noviembre.

Llamaban a esas fiestas TLACUAMICTOMI, aunque los viejos cuentan que a veces abreviaban la palabra y decían simplemente Micctomi, que era el nombre de la comida especial que ofrecían a las almas de sus familiares que se adelantaron en el viaje sin retorno.

Los arcos de flores, los accesos a las viviendas con tierra apisonada y alfombra de pétalos de flores se han mantenido vivos y ahora mezclados con los ritos que los adoctrinadores españoles enseñaron a los huastecos. En otras ocasiones hemos explicado que debido a que en la lengua local no existe la letra “erre”, los huastecos deformaron la palabra en español “santuario” y pronunciaban “xantolo”, con el sonido que los mexicanos asignaban a palabras como “Xochimilco” y “Xóchitl”. Ese mismo sonido es el equivalente a la letra “shin”, que los primeros frailes llegados de España no podían pronunciar porque eran extremeños, Por eso decían México, con jota, cuando los locales trataban de enseñarles a decir “Méxitli”, que es el nombre original de México en la lengua náhuatl. 

Antes de la conquista los huastecos recibían la visita de las almas de sus familiares que partieron de este mundo siendo niños el primer día de noviembre, que nosotros designamos como “día de los Santos Inocentes”, les ofrecían aguas frescas elaboradas con frutas de la región, endulzadas, y ponían juguetes en la parte del “altar” que les habían asignado para la visita.

Al día siguiente, que era dedicado a las almas de “los fieles difuntos”, los huastecos colocaban en la mesita que armaban como altar, la comida que era la favorita del fallecido cuando todavía vivía en este mundo y le añadían una botella del licor llamado “jobito”, producto regional, cerveza y tabaco.

En muchas comunidades las fiestas y ritos se prolongaban durante los ocho días siguientes, que después de las enseñanzas de los extranjeros los huastecos llamaban “ochavario”, pero ni fiestas ni ritos se celebraban sin antes pedir permiso a la Madre Tierra en solemnes ceremonias que eran iguales fieles a las que se realizaban el mismo día en muchos lugares de todo el globo.

Las fiestas por el Día de Muertos no eran solo de los vecinos de la Huasteca Potosina, sino que venían grupos ceremoniales de las huastecas hidalguense, veracruzana y tamaulipeca, encabezados por sus “huehues” y sacerdotes o hechiceros, hombres y mujeres vestidos con sus atuendos regionales, y trayendo sus joyas artesanales, atabales, chirimías, flautas, tamboriles, cascabeles y sonajas, así como las flores y comida que de sus lugares ofrecían a las almas de sus propios difuntos. Estas reuniones, ritos, ceremonias y fiestas continuaron todavía durante muchos años después de que se mezclaran con los ritos y fiestas que les enseñaban los frailes españoles.

EL GOBERNADOR VISITARÁ AQUISMÓN

Invitado por los presidentes municipales y por organizadores de los festejos en comunidades de varios municipios que destacan en las celebraciones del Día de Muertos, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona visitará Ciudad Valles, Huichihuayán, Aquismón, Tancanhuitz y otros lugares que resaltan por la brillantez de las fiestas y la participación entusiasta de los vecinos.

Hay cabeceras municipales donde cada año se organizan autoridades y vecinos para llevar a cabo concursos de “Altares de Muertos”, en los que se toman en cuenta todos los elementos: desde los arcos de flores y adornos de papel picado, apisonado del “camino” por donde se supone que pasará el alma del fallecido o fallecida, hasta las cosas, objetos, comida y demás elementos que componen la fiesta y obsequios para rendir homenaje a la visita de las almas y espíritus de sus familiares.

Se toman en cuenta, también la música y participación de los familiares más cercanos y, en algunos casos, de parientes que vienen desde muy lejos para acompañar a los organizadores y a quienes viven permanentemente en el hogar común. El mandatario Gallardo Cardona hará breves paradas en algunos de esos Altares de Muertos.    

IMPORTANTE PROMOCIÓN TURÍSTICA

Ahora, en coordinación con las autoridades estatales y municipales la Huasteca Potosina recibe cada año a miles de visitantes con motivo de las festividades que se originan en la milenaria tradición de muchas razas y culturas de rendir culto a las almas y espíritus de los antepasados y recibir sus visitas en el “Día de Muertos”. Repetimos que “Xantolo” es una deformación de la palabra “santuario” debido a que en las lenguas de la Huasteca no existe la letra “erre” del idioma español. Los misioneros católicos pronunciaban la palabra “santuario” en sus clases de adoctrinamiento y así se produjo el sincretismo del lenguaje extranjero con la lengua y las costumbres paganas locales.

Como se hacía en muchos pueblos de otras partes del mundo, incluidos los celtas en el norte-occidente  de Europa, el sur de Escocia y algunas regiones inexploradas de América, en la Huasteca Potosina antes de la llegada de los españoles se celebraba una fiesta a partir del último día de octubre llamada “tlacuamictomi”, (de “tla”, tierra; “micto”, de “mictlan”, el mundo de los muertos y “tomi”, de “otómitl”, palabras que solían abreviar diciendo “mictomi” que ya deformada entendían como “la comida de los muertos», porque además de los milenarios ritos que comienzan pidiendo permiso a la Madre Tierra con una ceremonia especial para iniciar los festejos, una parte importante de las fiestas consiste en compartir con las almas de los difuntos la comida que los deudos preparan ese día con especial esmero, ya que se trata de ofrecer al visitante los platillos que más le gustaban en vida, acompañados del aguardiente elaborado con el popular “jobito” de la región, y el imprescindible tabaco producido en la misma zona geográfica.

Esto ocurre el Día de los Fieles Difuntos, pero un día antes, que nosotros llamamos “de los Santos Inocentes”, está dedicado a las almas de “los angelitos”  que son las de de los miembros de la familia que partieron de éste mundo siendo todavía niños. Se les ofrecen en una parte del altar juguetes, dulces y flores de vivos colores, junto con aguas frescas endulzadas y de diferentes sabores preparadas con frutas del lugar.

A las almas de los adultos se les ofrece también cerveza, licores y tabaco, que supuestamente consumen en la misma mesa de los vivos teniendo como fondo musical las canciones populares que más gusto provocaban en el ánimo del fallecido cuando todavía formaban parte de este mundo. Pero también se ejecutan vientos musicales autóctonos que por diferencias de cultura resultan, a veces en cierta forma incomprensibles para los viajeros.

Las festividades son muy vistosas y animadas en los municipios de Aquismón, Tancanhuitz, Axtla, Xilitla, Tanquián, San Vicente, San Martín Chalchicuauhtla, San Antonio y Tamazunchale, pero vale la pena ir a Huichihuayán, a Huehuetlán y otros pueblos descendientes de las etnias tének y xi’oi. (Nosotros les llamamos “otomíes” y se ofenden). En todos esos lugares se levantan arcos de ramas, carrizo y flores por donde se supone que pasarán las almas de los difuntos para llegar a las que fueron sus moradas en vida. Son dignos de apreciarse los altares de muertos con sus variadas ofrendas y adornos de papel picado.

Como hemos mencionado, en comunidades de algunos municipios las danzas, ritos y música del lugar se prolongan durante los días que ellos llaman “ochavario”, que son los ocho días siguientes a la fiesta principal correspondientes al 2 de noviembre.

A los huastecos se unen en estas festividades grupos indígenas de la Sierra Gorda, de los estados de Hidalgo, Querétaro y Veracruz ataviados con sus indumentarias regionales y llevando consigo sus propios platillos tradicionales, sonajas, atabales, chirimías y adornados con cascabeles y conchas marinas.